Orden de arresto contra un tirano

La Corte Penal Internacional creada en 1998 y que comenzó a funcionar en el 2002, recientemente emitió una orden de arresto contra el actual Presidente de Sudán, Omar Albashir. La acusación del Fiscal de la Corte, el argentino Luis Moreno Ocampo, consiste en que el presiente sudanés ha perpetrado crímenes contra la humanidad, como exterminio, traslado forzado, torturas y violaciones, y crímenes de guerra como ataque intencional a civiles y saqueos. Esta orden de arresto contra un presidente en funciones, rompe un precedente en el derecho internacional. Hasta ahora se consideraba que un jefe de gobierno o de estado gozaba de inmunidad absoluta, es decir que bajo ninguna excusa se le podía perseguir penalmente, esta posibilidad surgía solamente cuando dejaba el cargo según la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas. Con esta orden de arresto de la Corte por supuesto avalada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la inmunidad absoluta no se aplica cuando el jefe de gobierno o presidente de un Estado, ha cometido crímenes contra la humanidad o de guerra. Este es un valioso precedente y una advertencia a los tiranos modernos en el poder, que tarde o temprano serán llevados ante la justicia. Por ahora Sudán ha hecho caso omiso de esta orden y por supuesto no entregará a su jefe de Estado, pero éste tendrá que quedarse toda la vida en ese país, porque fuera de allí cualquier país que haya ratificado el Estatuto de la Corte Penal Internacional lo remitirá a La Haya para su juzgamiento. No cabe duda que el Consejo de Seguridad ha tenido un gran acierto en este caso, es sabido lo que este tiranuelo moderno ha hecho en su país, pero extraña que esta medida no la implemente contra otras personas que al igual que él, han cometido serios crímenes contra la humanad, como el ex Presidente de los Estados Unidos, G. W. Bush que autorizó la tortura en los prisioneros de Guantánamo, lo que demuestra los diferentes estándares de la justicia internacional. No es lo mismo perseguir penalmente a un tiranuelo del Tercer Mundo en el poder, que a un prominente personaje de la potencia más poderosa del mundo fuera del poder.